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Personaje

Matemático catalán evalúa efectividad de las medidas para controlar el Covid

Matemático catalán evalúa efectividad de las medidas para controlar el Covid

Miquel Oliu-Barton es catalán pero vive hace años en Francia, donde se desempeña como investigador de la Universidad Paris-Dauphine. Desde su experticia, la teoría de juegos y la economía, el doctor en matemáticas ha trabajado intensamente en estrategias para reducir los contagios de coronavirus.

Por: Sofía García-Huidobro | Publicado: Sábado 31 de julio de 2021 a las 07:00
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Aunque las cifras sanitarias del Covid-19 han mejorado las últimas semanas, la campaña de vacunación en Chile ya alcanza al 77% de la población según el Minsal y las imágenes que nos llegan desde el hemisferio norte nos invitan a proyectar un futuro con mayores libertades, la pandemia sigue presente y todo indica que al menos durante otro año tendremos que convivir con el virus.

A mediados de junio, cuando el número de nuevos contagios diarios superaba los ocho mil, la Región Metropolitana retrocedía a Fase 1 y se detectaban los primeros casos de la variante Delta en nuestro país, el Colegio Médico proponía aplicar una estrategia Cero Covid con medidas más restrictivas. En ese contexto el Colmed invitó a un seminario virtual a Miquel Oliu-Barton para exponer sobre experiencias internacionales.

El académico e investigador de la Universidad Paris-Dauphine y PHD en Matemáticas de la Universidad de La Sorbonne, es parte del equipo que elaboró el artículo “La eliminación del SARS-CoV-2, no la mitigación, crea los mejores resultados para la salud, la economía y las libertades civiles”, publicado en la revista The Lancet, el pasado mes de abril.

Las delgadas fronteras


Si uno busca en Internet a Oliu-Barton, uno de los primeros resultados arroja una charla TED de 2017 titulada How to make a great decision? Ahí el matemático catalán explica la teoría de juegos. Arranca con una anécdota personal sobre una de las primeras decisiones que marcó su vida. Cuando niño iba junto a sus padres y su hermano en auto por Madrid, pero sentía mucho calor y decidió abrir la puerta para que entrase aire fresco. El problema es que cayó a la calle con el auto en movimiento, y aunque sobrevivió, tuvo que pasar un par de meses en el hospital.

El histrionismo del académico delata su formación de actor. De hecho, hasta 2019, en paralelo a su formación científica, destinó parte de su tiempo, con momentos de dedicación exclusiva, al teatro. Luego llegó el Covid-19, que absorbió por completo su quehacer. Aplicando sus conocimientos de teoría del juego, y junto a un equipo multidisciplinario, fueron muy rápidos al diseñar y proponer un sistema de áreas verdes y rojas, según los niveles de contagio, que permitieran evitar la propagación del virus.

La movilidad es un tema muy delicado. Y cuando se trata de una nueva variante -como Delta- las fronteras son importantes. Por eso Vietnam, Australia y Nueva Zelandia, han tenido buenos resultados en base a medidas radicales. El riesgo cero es imposible, pero se puede reducir al mínimo”, explica Miquel citando los datos sobre el estudio de eliminación versus mitigación en países OCDE. La tesis central del experto es que es más costoso para los países, en términos de salud pública y cifras económicas, pero también de libertades personales y bienestar mental, el mantenerse constantemente mitigando los contagios, en lugar de apostar por su eliminación.

“Ha faltado liderazgo de la OMS. Mas allá de dar noticias y alertar, así como ha sido importante la eliminación de otras enfermedades, con el Covid no ha sido así. No tiene potestad, pero sí podría dar directrices. Todos agradecerían un poco más de coordinación mundial”.

Menciona que la comunicación es muy importante: “La única manera de que una medida sea efectiva es que una gran mayoría crea en ella. Eso se ha logrado más en una primera ola, pero ahora hay más fatiga. Los argumentos de la libertad y la economía son muy importantes, y cuando hay cientos de muertos por día, finalmente las cifras pierden impacto y se banaliza la muerte”.

Comprende, y comparte, que la gran mayoría del planeta anhela recuperar la “normalidad”, pero también señala que el virus será parte de nuestras vidas por un tiempo; estima que uno o dos años más. El matemático radicado en Francia cree que apelar al último esfuerzo o hablar de una última ola, todavía es prematuro. “Mitigar es aceptar que el virus circule. Eso es un alivio a corto plazo, pero lamentablemente hemos constatado que no se mantiene tranquilo sin medidas fuertes que lo controlen. Y si se saturan los hospitales, tienes un problema de salud pública con consecuencias fuertísimas en la economía. Y aún más fuertes sobre la libertad, porque llega el momento de volver a cerrar todo”, dice.

-¿Cómo alcanzar un equilibrio?
-Hay que pensar en el mediano plazo. En el caso de Chile, creo que el invierno es el momento de seguir haciendo sacrificios y capitalizar para una mejor situación futura. Sin duda tiene que haber un plan de solidaridad económica porque la gente no va a dejar de trabajar si no tiene subsidio. Implica endeudamiento para el gobierno, pero menor al costo de tener una situación descontrolada a la brasileña. Habría que considerarlo como una inversión. El cierre total no es la única manera, pero debes conseguir que la gente socialice en grupos pequeños y en el exterior, así los casos se reducen.

-Medidas restrictivas como el toque de queda, ¿se siguen justificando?

-Para reducir contagios hay dos formas: bajas la intensidad o el tiempo de las interacciones. El toque de queda limita las horas de socialización. Así reduces casi un 50% de interacciones de riesgo que suceden durante la noche. Funciona. Pero también es costoso en fatiga y culturalmente cuando dura muchos meses. En Francia estuvimos ocho meses con toque de queda, y varios meses empezaba a las 18:00 horas.

-Respecto de tu proyección inicial, ¿qué te ha sorprendido del virus?

-Para mí la mayor sorpresa es que se haya encontrado una vacuna tan rápido. Al comienzo la preocupación era cómo administrar este virus sin vacuna. Esto nos ha puesto en una perspectiva alucinante, pero es muy difícil deshacerse de un virus. Se mitigan los efectos del Covid pero no se detienen las olas de contagio.

Falta de liderazgo


El investigador destaca la alta tasa de vacunación de Chile y confirma que en Europa llevan varias semanas de verano con pocos contagios y la gente contenta retomando su libertad, mientras existe cierto temor ante posibles rebrotes. El estudio sobre eliminación del Covid en países OCDE en el cual participó el español, ha recibido como comentario crítico que los países con resultados más exitosos sean territorios insulares: Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur. “Es cierto, pero también hay islas que no lo han intentado ni conseguido, como Irlanda, Inglaterra, Córcega o Mallorca.

Ser isla ayuda, pero sin control no funciona. Y Chile prácticamente es una isla por sus características geográficas. Vietnam, Tailandia o China, que han controlado el virus, tienen fronteras terrestres. “Son dictaduras”, comentan otros. Ok. Pero Australia ha dividido el país en seis estados con fronteras y aplicando multas. A las vacunas hay que sumar control a la movilidad del virus mediante testeos, pasaportes sanitarios y medidas disuasorias. La gente obedece si vale la pena”, afirma el matemático.

Le sorprende escuchar que en nuestro país más de 6 mil establecimientos educacionales públicos no hayan vuelto a clases presenciales desde marzo de 2020. “El costo económico en una vida, producto de faltar seis meses a la escuela, es inmenso”, acota en su rol estadístico. Añade que es imprescindible habilitar estos espacios, mejorar la ventilación y generar un sistema que funcione, y que debe ser prioridad absoluta para el gobierno: “La educación es lo primero. Los niños asistiendo al colegio sin restricción también es un problema, pero se pueden tomar medidas”.

-¿Es el momento de pensar fuera de la caja? Sí, pero como también dicen los estadounidenses, generar soluciones “no brainers”. Si es una idea demasiado “smart”, la gente no se fía. Tiene que ser algo que se entienda fácilmente y haga pensar: ¿Cómo no se nos ha ocurrido antes?

Respecto de la diferenciación según la vacuna que se tenga, Oliu-Barton considera que la comunidad internacional tendría que fijar un criterio común y elaborar una tabla de vacunas y sus posibles medidas complementarias. “Si se tiene la vacuna x, es necesario además contar con un examen PCR al día para poder viajar”, ejemplifica. “Que esto corra para todos los países y no sean decisiones unilaterales. De lo contrario la movilidad internacional, es, y será, un gran problema”.

Tiene una visión crítica al rol de la Organización Mundial de la Salud durante la pandemia: “Ha faltado liderazgo de la OMS. Mas allá de dar noticias y alertar, así como ha sido importante la eliminación de otras enfermedades, con el Covid no ha sido así. No tiene potestad, pero sí podría dar directrices. Todos agradecerían un poco más de coordinación mundial”.


“Hace falta un sueño”

Las artes escénicas para mí son una pasión. Siempre las he combinado con mi vida académica. En un minuto dejé las clases durante tres años para consagrarme al teatro. Pero volví porque echaba de menos la matemática y la teoría del juego. La academia es muy intensa y el teatro también”, dice el actor y matemático.

Entre 2006 y 2009 Miquel Oliu-Barton estudió en la Escuela Superior de Artes dramáticas de París, y en esos años también fundó la compañía teatral Artepo. Además de actuar ha sido director de teatro, llegando a estar a cargo de montajes con más de 20 personas. Eso dice es imposible de pensar desde que llegó la pandemia duplicando su carga laboral, y si además pretende dedicarle tiempo a su familia.

“El arte y las humanidades son muy importantes en mi vida, y las valoro más ante todo esto que estamos viviendo. Ha sido apasionante crear modelos matemáticos aplicados al Covid, pero cansa. Solo espero que la situación vaya mejor y tomar vacaciones”. Tal y como postula en su charla TED sobre la teoría de juegos y apelando al universo literario de Gabriel García Márquez y el realismo mágico: “Hace falta un sueño”.

El legado que deja Alfonso Swett

Pensó ser sacerdote y filósofo. Terminó estudiando Ingeniería comercial. Fue director de Forus -entre otras varias compañías-, presidente del comité ejecutivo de Clapes UC, líder de la CPC entre 2018 y 2020 y director de la fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre (AIS).

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